Bastian Delysid

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miércoles, 21 de mayo de 2008

NACER PARA VIVIR, CRECER PARA MATAR
(Análisis de “Full Metal Jacket”)
Por. Andrés Felipe Palacio Moreno


Las representaciones sociales pueden ser consideradas como esos sistemas generales que se construyen para hacer posible nuestra vida en sociedad, para poder adaptarse al entorno que nos rodea y poder además sobrevivir en el, una de las definiciones mas claras sobre el tema nos la da Robert M. Farr, quien nos dice con respecto a las representaciones sociales (ideas y acciones):

“Estas tienen una doble función hacer que lo extraño resulte familiar y lo invisible, perceptible. Lo que es desconocido o insólito conlleva a una amenaza, ya que no hay una categoría para relacionarlo”.

A partir de esto podríamos entonces profundizar acerca de que fue lo que paso con esos jóvenes que entraron como personas con cierta visión del mundo y de su entorno personal y salieron siendo hombres nacidos para matar, hombres entrenados para no temer y en últimas como todo lo que significa ser un marine. Así vemos como bajo la estricta presión de un cambio en las estructuras de representación social que tenemos y nos han formado, se puede entrar en un episodio de desorden mental que termina por destruirnos como en el caso del soldado Pyle, quien recurre a rechazar de una manera ten directa lo que era antes de transformarse, que termina por ser literalmente lo que su país, su mayor y sus compañeros querían que fuera.

Encontramos en el transcurso de la película un patrón a través del cual la armada toma a estos jóvenes y los transforma en soldados profesionales, recurriendo a tomar las representaciones sociales que cada uno de ellos tiene como persona para sustituirlas por otras y así generar una total transformación en pro de los valores arraigados en la guerra y en el patriotismo.

Vemos entonces como primer medida una frustración y destrucción de todo tipo de elementos que puedan llegar a diferenciarlo del resto, como el cabello o su ropa, lo que lo hará igual de susceptible a todos los demás sin importar su condición económica o social. En segundo lugar se fija una figura autoritaria suprema e ineludible diferente a los padres, la cual tiene una total capacidad de golpear, castigar y manipular sin que se pueda hacer nada al respecto, después se toman elementos externos a la “Isla” (lugar de entrenamiento), comunes de su vida en sociedad como la pareja, y se reemplazan simbólicamente por otros netamente pertenecientes a la vida en la milicia, como es el caso de la sustitución de la novia por el rifle, con el fin de ir fijando parámetros comunes trastornados entre las dos vidas, que distorsionan la forma como los jóvenes entienden y viven su entorno.

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